Game Over: Cap. 1: Amor entre hermanos

Aquí esta el nuevo capítulo 1, pondré una encuesta para que me digáis cual de los dos capítulos os gusta más. Os agradecería que participarais, una vez acabada la encuesta borrare el que haya salido perdedor.

La plaza de los tres poderes

-¡Alto! –Gritó alguien detrás de Nil, un pobre desahuciado. Él siempre estaba preocupado y vivía sin ilusión, un chica simple y preciosa hizo que volviera a sentir en su sucio corazón- ¡He dicho que te pares! –El muchacho que gritaba, al percibir que Nil hacía caso omiso de sus comentarios, respiro hondo y con un tono alterado de voz dijo: -¡Cogedlo!

Un policía se acercó a él y, al verle los ojos desorbitados y sin vida, su cara se convirtió en una máscara de terror. El chico se quedó paralizado girando su cabeza hacía su jefe que seguía maldiciendo por lo bajo, con las manos en las rodillas, como si estuviera agotado.

-¡Jefe está ausente! –Gritó el chico después de recomponerse. El jefe se levantó y se acercó a Nil, lo miro y sin una pizca de compasión en su rostro le puso unas esposas en las muñecas, que, sin saberlo nadie, hacían que Nil se sintiera más seguro.

-¡Llevadlo ante el tribunal de justicia! –Nil seguía preguntándose porque razón gritaban tanto, si todo el mundo les escuchaba aunque hablaran normal, pues había un silencio sepulcral en la plaza este. Antes de moverlo del sitio le dijeron sus derechos, aquello le pareció una especie de película de acción, con la contrariedad de que en estas, los finales acababan bien.

-Señor Bagá está acusado de asesinato y terrorismo –Dijo pausadamente el jefe-. Desmiente usted eso.

-¿Señor Bagá? –Repitió el policía al ver que Nil no contestaba-. Desmiente usted su acusación.

Nil en cambio tenía cosas más importantes en las que pensar, como, tal vez, el fin del mundo.

***

Un año antes en Brasilia, Capital de Brasil

-Señor -dijo una secretaria que pasaba por el despacho de Nil-, me han pedido que le diga que tiene un viaje urgente.

-¿A dónde vamos? –Pregunto él con un tono de arrogancia en la voz, pues no le gustaba que le dijeran que tenía que hacer. La muchacha se encogió de miedo y un escalofrío le entro en el cuerpo mientras seguía a Nil que iba de un lado a otro en su despacho inmenso.

-A la India señor-dijo la secretaria con un hilo de voz-, hay una muchacha que gestionará todo el pedido.

-¿Hace falta que vaya? –dijo casi suplicando, él no quería irse, detestaba volar y cambiar de casa cuando allí estaba a gusto. Por otro lado, le había cogido cariño a Brasilia, le gustaba tanto pasear por la Plaza de los Tres Poderes-.  Si ella se responsabilizará de todo…

-Me lo han pedido expresamente, señor.

-Está bien, convoca a mi secretaria –dijo haciendo un gesto con la mano indicando que se fuera-, y dile que planifique el vuelo más rápido a la India.

-Sí, señor.

La secretaria salió por la puerta con mucha cautela. Poco después llego su secretaria que se llamaba Katy, mas Nil no lo sabía pues él nunca había dedicado un minuto de su tiempo a preguntárselo. La chica despeinada, con las gafas torcidas y con muchos folios a punto caer de bruces al suelo, miro de reojo a Nil y saco su libreta para apuntar todo lo que él diría en esa conversación.

-Secretaria, ¿qué haces todavía con  esas hojas en la mano? –Pregunto con el tono más chulesco y arrogante que pudo-. Tenemos que ir a la India, ¡ya!

-Sí, señor.

Katy, después de apuntar en su libreta Viaje a la India y Nil es imbécil con la mejor caligrafía que pudo, cogió el teléfono e hizo una llamada, mientras Nil iba de un lado para otro, mordiéndose las uñas, nervioso. Un mechón de su pelo rubio cayó dejando tapado su ojo derecho y escondiendo ese azul que deseaban tantas chicas, pero muy pocas estaban a su altura, porque según creía él, solo las chicas de clase alta tenían derecho a pensar en él. Siempre vestía un traje de etiqueta negro bien lavado y planchado, antes de salir de casa vigilaba que no hubiera ninguna arruga, pues sino iba a la habitación y se cambiaba.

-Señor, ya está listo el viaje –dijo la secretaria-. Vamos a ir ya, en una hora tenemos que estar en el aeropuerto.

-Bien, ¿sabes hablar indio?

-No, señor.

-De acuerdo, encuentra a alguien que sepa conversar en indio.

-Sí, señor.

La secretaria volvió a sacar el teléfono y empezó a hablar con varias personas. En ese instante entro el chofer atareado diciendo que tenían que irse y que alguien quería ver a Nil y no entendía a razones. El chofer, Mike, llevaba más tiempo con Nil del que nadie recordaba y por eso tenía más confianza, Nil siempre le amenazaba con echarle pero él sabía que no era verdad.

-Está bien –dijo Nil cansado de ir de un lado para otro y volviendo a sentarse en la silla de escritorio-, déjale pasar.

-Es déjala –dijo sonriendo Mike-, señor, es una chica.

-Bueno pues déjala pasar –respondió Nil devolviéndole la sonrisa.

-Claro, señor.

Nil se estrujó los dedos de la mano izquierda y bajo la vista hacia la mesa. Él esperaba encontrarse una señora mayor que demandaba cualquier necedad que yo le había quitado, como por ejemplo su morada. Nil no pensaba en que cosas eran importantes para los demás, para él solo había alguien importante en el mundo y era él mismo. En vez de eso se encontró con una señorita de temprana edad, con sus mismos rasgos, pelo rubio dorado y unos preciosos y brillantes ojos azules. Era su hermana, Ingrid, una muchacha que estaba tan malcriada como Nil, ellos nunca se habían llevado muy bien pero de vez en cuando hacían el papel de hermanos y se visitaban el uno al otro.

-Querido hermano, he oído que te vas… ¿Tan pronto?

-¿Cómo te has enterado tan rápido?

-Querido hermano, sabes que tengo contactos por todos los sectores.

-Lo sé. Si, Ingrid, me voy, pero no entiendo que te inquieta tanto. Desde que he llegado aquí únicamente has venido a verme hoy.

-Querido hermano, acuérdate, yo tengo una vida ocupada, si pudiera, vendría a visitarte más a menudo.

-Querida hermana –replico, haciéndole la burla con sus mismas expresiones-, acuérdate, yo soy un alto empresario, mientras que tu solo eres la mujer de un rico arrogante. Desde luego que lo tuyo no tiene ningún mérito y estar en casa no es tener una vida ocupada.

-Querido hermano, acuérdate, hablas con Ingrid Bagá. Espero que no se te olvide.

-No se me olvida, espero que hayas disfrutado de la visita. ¡Secretaria llévala a la salida!

-Sí, señor.

Él no pensó que su hermana le tenía más rencor del que parecía a simple vista y no conjeturó que su hermana podría llegar a ser alguien tan cruel y despiadado como lo sería en los siguientes días. Ni siquiera imaginó que ella tendría la decencia de dejar su nombre para que Nil lo viera y para que supiera de lo que es capaz de hacer Ingrid Bagá.