Cap 17: Tengo miedo. Miedo de todo

He tardado un poco en escribirlo pero al final lo he conseguido!! Espero que os guste!!
Besos :)

Fue un gran consejo que un día escuche que le daban a un niño: "Siempre tienes que hacer las cosas a las que tienes miedo" 

-Ralph Waldo Emerson-

***

Me despierto en una sala donde la única luz que entra es la de un fino agujero en la pared. Las paredes parecen negras aunque no las veo con claridad. No están decoradas, aunque no me extraña, porque esta es la sala de los cautivos. No hay lámparas, ni interruptores. No sé quien hizo esta sala pero no me gusta nada. Ni siquiera hay un baño. Espero no tener que ir, porque no pienso hacerlo en cualquier rincón.

Intento levantarme pero cuando empiezo a moverme noto que me duelen las costillas, los brazos y las piernas. Tengo un par de costillas rotas como mínimo, un brazo dislocado y, aunque no lo vea muy bien, algo negro en la pierna que parece un moratón. Hice un curso de primeros auxilios pero para las costillas no se hacer nada. El brazo, con mucho sufrimiento, intento colocarlo en su sitio, pero al final desisto, porque no creo que pueda soportar mucho más ese dolor inaguantable. Lo que menos me duele es la pierna así que vuelvo a intentar alzarme.

Después de caerme tres veces consigo levantarme poco a poco. Ando despacio pero aun así me duele todo. Pau me pego una gran paliza. Voy hacia el orificio de la pared para ver si puedo ubicarme. No sé donde estoy. Seguramente estoy prisionera. ¿Esto es lo que quería hacerme Pau? No lo sé.

Cuando miro por la pequeña obertura de la pared solo veo arboles, arboles gigantes. Arboles que se pierden entre las nubes y que tienen ramas por todos lados con hojas afiladas que te dejarían unos cuantos arañazos. Más allá se ve una casita y nada más. Un bosque, una casa, eso puede estar en cualquier lugar. Si estamos cerca de la ciudad lo más probable es que estemos en el parque natural, pero nunca había pasado por esta parte o, si lo he hecho, no me acuerdo.

Tengo mucha hambre, eso significa que he estado días inconsciente, ya que yo no soy de pasar hambre, puedo estar un día sin comer y no sentir nada. Calculo que seguramente he pasado dos días dormida.

Me acerco a lo que parece una puerta. Empiezo a dar golpes con las manos hasta que Pau aparece y abre la puerta. Me apunta con un cuchillo y me intenta atar las manos para que no me escape. Empiezo a pensar en las posibilidades que tengo de huir sin sufrir, otra vez. No tengo ninguna, y menos si están los matones del otro día abajo porque son mucho más fuertes que yo. Además teniendo el brazo dislocado no tendré ninguna oportunidad. Aunque no me enfrento a él cuando me va a poner el brazo dislocado atrás pego un salto. Pau me mira raro, después observa mi brazo y se da cuenta de que está mal. Decide que no me voy a escapar y me deja las manos libres. Empezamos a andar por un largo pasillo azul oscuro. Todo es muy tenebroso, como si fuera una casa encantada. No tengo miedo aunque estoy cada vez más nerviosa, pero no lo muestro.

-¿Cómo te llamas en realidad Pau? –le pregunto, rompiendo el silencio-.

-Me llamo Leo -me responde él-.

-Leo, me gusta tu nombre.

Me gusta de verdad. Leo. Ojalá nos hubiéramos conocido en otras circunstancias seguro que habríamos sido amigos. No somos tan diferentes el uno del otro. Los dos pensamos por nuestro bien y el de nadie más, salvo igual el de mi familia. Además ahora que lo miro con otros ojos es bastante guapo. Con su cabello color caoba y sus ojos de mirada profunda. Su cuerpo tampoco esta mal. Pero no siento nada por él.

-Se supone que Leo significa fuerte como un león pero yo no soy fuerte ¿Sabes? -me dice él-. Tengo miedo.

-¿Miedo de que?

-Miedo de todo. Tenemos que matarte Alex. Lo siento.

-¿Por qué lo sientes? Es tu trabajo ¿No?

-Si, pero no lo siento por eso.

-Entonces, ¿Por qué?

-Ya lo veras.

Se hace el silencio. Ese que no me gusta y que estoy dispuesta a romper otra vez.

-Ya sabía que me querías hacer algo malo, te escuche el otro día hablando con Jack.

-¿Y vas tu sola por la calle sabiendo que alguien te va a matar?

-En realidad –empiezo yo- no quieres hacerlo.

Puede parecer una tontería, pero yo leo los ojos. Se quien me miente, quien me dice la verdad, quien me odia, quien me quiere, quien se aprovecha de mi. Antes no lo sabia, pero de equivocarme tanto con la gente he aprendido de quien debo confiar. Y sé que a Leo le caigo bien, pero no llevo claro si quiere matarme o no.

Leo me gira la cabeza y me mira directamente a los ojos y me besa, otra vez. Sabe a odio y rencor, ya no hay la torpeza del otro día. Sus labios son fuertes. Yo no me aparto. Cuando me deja me mira serio y me da un puñetazo en la boca. Me sale un hilillo de sangre. Le sonrío, no voy a dejar que vea que me ha hecho daño. Estoy confusa porque, hace unos segundos, me dice que siente mi muerte y cuando me pegaron se le veían lágrimas en los ojos. No dejare que vea mi incertidumbre, se esconder demasiado bien las emociones. Y su última frase antes de volver a pegarme es:

-Te voy a quitar esa sonrisa patética de la cara.